Conocidos como los ‘químicos perpetuos’, los PFAS ya ingresaron al organismo de cientos de especies amenazadas. Éstas son las consecuencias.
Tigres. Osos polares. Incluso el plancton minúsculo en los océanos. Toda esta amplia variedad de especies están consumiendo sustancias contaminantes perpetuas. Específicamente, polifluoroalquiladas (PFAS) que se acumulan en su interior al comer pescado, beber agua o simplemente respirar aire.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos explica que estos agentes químicos nocivos como «se han fabricado y utilizado en una variedad de industrias en todo el mundo». El problema es que es muy difícil que se degraden, y esta persistencia contamina a los seres vivos que los consumen sin querer. No sólo a los seres humanos.
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Una contaminación ‘generalizada’ de los seres vivos por PFAS
Es una realidad. Un informe de Environmental Working Group, que recoge los resultados de más de 125 estudios, confirma que los PFAS están contaminando los intestinos y órganos principales de cientos de miles de especies animales. Además de impregnar el suelo, la tierra y las aguas, estos agentes químicos nocivos están terminando en el organismo de
Estas sustancias se encuentran en cientos de miles de productos humanos, ya que son increíblemente resistentes al agua, el calor y las manchas. En general, los PFAS se pueden encontrar los siguientes artículos, documenta Science Alert:
- Empaques de alimentos
- Paquetes de ropa
- Espuma para combatir incendios
- Sartenes de teflón
Por la persistencia que han demostrado tener en el agua y el suelo, los científicos se refieren a los PFAS coloquialmente como «químicos perpetuos». Parece ser que ahora no sólo están en el ambiente, sino que corren en las venas de los animales y se instalan en sus órganos vitales.
El problema es que, aunque se han hecho esfuerzos por sustituir a los PFAS de la producción industrial, el proceso ha sido lento y laborioso. Mientras tanto, estos agentes químicos nocivos representan una amenaza principalmente para las especies en peligro de extinción, explican los investigadores, que luchan contra la presión ecológica ya de por sí impuesta por los seres humanos.
«Este es realmente un problema de contaminación global, y es probable que esté afectando a la vida silvestre en todas partes», concluyen los autores.
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